CEL-12.1 POSICIÓN DE SANTA BÁRBARA – CELADAS

Posición de Santa Bárbara

La posición de Santa Bárbara, puesto de mando de las tropas nacionales durante la Batalla de Teruel, fue clave para la ruptura del frente republicano.
Su excelente ubicación llevó a que ambos bandos se disputaran su control, teniendo un papel clave durante los combates de abril de 1937. El día 16 de ese mes fue conquistada por los republicanos, que establecieron allí el puesto de mando de la 22ª Brigada Mixta al mando del comandante Francisco Galán. Cuatro jornadas después, fuerzas nacionales intentaron recuperar la posición, consiguiendo su objetivo el 26 y ocupando también el pueblo de Celadas.
Desde ese momento, desempeñó un papel fundamental para el bando franquista, especialmente al comienzo de la Batalla del Alfambra, al convertirse en el puesto de mando del Cuerpo de Ejército Galicia dirigido por el general Aranda. Desde allí se coordinó el fuego artillero y la ofensiva que les permitió romper las líneas republicanas y alcanzar el río Alfambra en las proximidades de Villalba Baja (7-2-1938).
Entre las evidencias detectadas en las excavaciones arqueológicas realizadas destacan dos estructuras cuadrangulares destinadas a observatorio o puesto de mando. En las fotografías conservadas en la Biblioteca Nacional se documenta una tercera estructura, aún no identificada (6-2-1938).

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La excelente ubicación de que gozaba la posición de Santa Bárbara, a causa del magnífico control visual que ejercía sobre el territorio circundante, llevó a que durante la Guerra Civil desempeñara un papel clave en el frente de Teruel. Ambos bandos se disputarán el control de este estratégico enclave durante buena parte de la contienda, conscientes de su trascendencia para el devenir de los acontecimientos.

Con el fin de aliviar la presión que estaban ejerciendo las fuerzas nacionales sobre el frente Norte, el Gobierno de la República lanzó en abril de 1937 una ofensiva de gran envergadura sobre el sector de Teruel. El plan operativo republicano consistía, en esta ocasión, en practicar una serie de ataques principales dirigidos sobre la carretera que unía Teruel con Zaragoza y sobre la línea Santa Bárbara-Celadas-Cerro Gordo. La maniobra se completaba con otros ataques de carácter secundario en la Sierra de Albarracín.

Tras la ejecución de un bombardeo aéreo de gran intensidad sobre los objetivos a atacar, la ofensiva republicana daba comienzo el 16 de abril sobre Gea de Albarracín y Celadas. En esta última localidad los atacantes lograron apoderarse al día siguiente de las estratégicas posiciones de San Roque y de Santa Bárbara. En este último enclave quedó establecido el puesto de mando de la 22ª Brigada Mixta al mando del comandante Francisco Galán.

El día 20 tropas nacionales trataron de recuperar Santa Bárbara, aunque fracasaron en su intento y se vieron obligadas a replegarse de forma desordenada en dirección a Caudé, batidas por la aviación y por los carros de combate republicanos. En medio de la confusión reinante, el bando nacional también cedió al enemigo la localidad de Celadas. Las pérdidas nacionales, tanto en personal como en material, resultaron muy elevadas. La situación alcanzó tintes críticos, viéndose obligados los derrotados a reorganizar de forma precipitada sus unidades para tratar de frenar el desastre y reorganizar la línea de frente. En los partes republicanos se cita la captura de más de cien prisioneros, así como abundante material militar, entre el que destacan cinco piezas de artillería, cinco morteros y 17 ametralladoras.

Los combates del día 21 alcanzan menos intensidad que en las jornadas precedentes. Sin embargo, el 22 las tropas republicanas volvieron de nuevo a la acción, apoyadas por los carros de asalto y la aviación. Por cuatro veces consecutivas atacaron las posiciones vecinas de Cerro Gordo, fracasando en todas ellas y dejándose un elevado número de bajas en los sucesivos intentos. La ofensiva se repitió a lo largo del día 24 con idénticos resultados.

El 26, y después de un intenso bombardeo aéreo, las fuerzas nacionales consiguieron recuperar el cerro de Santa Bárbara, posición que será objeto de un violento contraataque republicano a lo largo de la jornada siguiente que no logra hacer cambiar de manos el lugar. El interés demostrado por ambos bandos por mantener en su poder este enclave revela la trascendencia que nacionales y gubernamentales le otorgaban.

El coronel Velasco, jefe del Sector Norte, había instalado su puesto de mando en una de las casas próximas a la iglesia de Celadas.

El bombardeo de un grupo de aviones alemanes acabó con su vida y también con la del comisario de la 22ª Brigada Mixta. A consecuencia de estas inesperadas muertes, los mandos republicanos tomaron la decisión de abandonar el pueblo de Celadas aprovechando la oscuridad de la noche. Con este último episodio terminaba la ofensiva republicana de abril de 1937 y que tenía como objetivo tomar Teruel.

Desde ese momento la posición de Santa Bárbara desempeñó un papel fundamental como observatorio para el bando franquista.

Desde allí se controlaban visualmente 16 kilómetros de la línea de frente republicana y especialmente posiciones tan vitales para las fuerzas gubernamentales como lo era la Loma de Casares.

Fue clave como observatorio a la hora de tratar de frenar las contraofensivas republicanas de finales de enero de 1938, previas al comienzo de la Batalla del Alfambra, y destinadas a tratar de recuperar las estratégicas posiciones del Alto de las Celadas y del Muletón. Pero, donde verdaderamente las fuerzas nacionales podrán explotar al máximo las capacidades de la posición de Santa Bárbara será al comienzo de la batalla del Alfambra.

Allí instaló el general Aranda el puesto de mando avanzado del Cuerpo de Ejército Galicia, integrado por cinco divisiones (13, 83, 84, 85 y 150) y apoyado por 56 Baterías, de las cuales 8 tenían calibres superiores al 105. Desde este enclave se coordinó el fuego artillero y la ofensiva que les permitió a las fuerzas nacionales romper las líneas republicanas y alcanzar el río Alfambra en las proximidades de Villalba Baja entre los días 5 y 7 de febrero de 1938.

Son numerosas las estructuras de la Guerra Civil conservadas en la posición de Santa Bárbara. Entre ellas destaca la presencia de un refugio subterráneo excavado en la roca y que cuenta con dos accesos diferentes. Este reducto se encuentra rodeado por una línea de trincheras que le proporciona cobertura y que le otorga una protección adicional. Como curiosidad, hay que señalar que también se conserva un texto realizado con piedras de grandes dimensiones y que reza “VIVA ESPAÑA”. La finalidad de esta inscripción era que desde el aire los aviones nacionales diferenciaran con claridad la adscripción de este lugar al bando nacional y evitar, de este modo, ser objeto de bombardeo. Hay que tener en cuenta que las posiciones republicanas de Loma de Casares no se hallaban excesivamente lejos de allí, por lo que era prioritario establecer una diferenciación con ellas que evitara el fuego amigo.

Las recientes excavaciones efectuadas en la posición de Santa Bárbara han sacado a la luz nuevos restos que ayudan a interpretar el papel desempeñado por este enclave en el conflicto. En primer lugar, ha sido excavada una trinchera principal que, casi con total seguridad, partiría desde el refugio subterráneo o desde alguno de los ramales ubicados alrededor de él. Su tramo final sigue un trazado en zig-zag y termina en un espacio cuadrangular que ocupa un lugar destacado dentro la posición.

Esta preeminencia nos lleva a considerar que desempeñaría la función de puesto de mando o de observatorio de artillería, pues se trata del espacio más destacado de todo el conjunto. Una serie de ramales de trincheras prestan cobertura a esta destacada estructura, lo que le demuestra esta especial trascendencia. De ahí la necesidad de que existiera algún tipo de comunicación entre el refugio subterráneo y el puesto de mando, en orden a facilitar que los principales oficiales al mando de la posición pudieran transitar por líneas seguras entre ambos vitales espacios.

También se ha constatado la evidencia de una segunda estructura cuadrangular de forma y tamaño similar a la anterior en el extremo opuesto de la posición y que parece gemela a ella, aunque en este caso no se ha procedido a su excavación. Quizás se trate de un segundo puesto de mano u observatorio de artillería, pues las vistas desde ambos de las posiciones republicanas ubicadas justo enfrente resultan complementarias, de modo que se dispone de una visión de conjunto de todo el sector de frente.
En una de las fotografías de Santa Bárbara conservadas en la Biblioteca Nacional se documenta la presencia de una tercera estructura, que todavía no ha podido ser identificada. Quizás pueda interpretarse como la cubrición del refugio subterráneo por medio de sacos terreros y ramas, con el fin de otorgarle una protección adicional en el caso de que fuera objeto de fuego de artillería.

Los trabajos de excavación realizados han constatado también el empleo de piquetas en los laterales de alguno de los sectores de las trincheras. Su presencia responde a la necesidad de instalar entibados que impidieran que la tierra se viniera abajo y enrunara las obras, especialmente en los sectores donde mayor acumulación había de tierra vegetal y que, por tanto, resultaban más inestables.

Entre el material hallado en el sector excavado destaca la presencia de manchas de fuego, pues al igual que los soldados republicanos también los nacionales deberían calentarse en medio de las adversas condiciones climatológicas de ese invierno de 1937-1938. También piezas vinculadas con la alimentación de la tropa, como latas, botellas, cucharas y otra serie de elementos de menaje. No obstante, resultan menos abundantes que en la posición republicana de Loma de Casares, puesto que la posición de Santa Bárbara fue abandonada de forma ordenada y no precipitada. Sí que abundan los casquillos y las balas propios de una posición de combate por la que se peleó con intensidad.

Futuras excavaciones deberán ayudarnos a esclarecer las funciones de algunos de los espacios todavía no excavados, así como a tratar de identificar las estructuras que se aprecian en las fotografías conservadas en la Biblioteca Nacional y que todavía no han podido ser localizadas.

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