CAM 2.1 BATERÍA FANTASMA – EL CAMPILLO

El conjunto forma parte de las posiciones de El Campillo, uno de los pueblos sobre los que se sostenía la línea defensiva de Teruel. Esta posición artillera se encuentra entre las líneas de trincheras que discurren por el pinar de repoblación del monte Primer Vallejo. La obra principal es un pequeño habitáculo formado por gruesas paredes con un acceso, que hacía las veces de puesto de mando de la batería que disparaba desde los campos de labor, situados en la hondonada, contra las posiciones republicanas que se encuentran al otro lado del profundo barranco del Mojón Blanco. En la parte alta del monte, a unos doscientos metros y en la misma trinchera que discurre por el borde que se asoma al barranco, se aprecia con dificultad el lugar en el que se encontraba el observador que proporcionaba los datos para corregir el tiro de la batería. Desde allí se facilitaban los datos al puesto de mando y éste ordenaba a los artilleros la corrección del tiro. En uno de los ribazos que delimita los campos de labor todavía es posible ver los restos de unas pilastras de piedra y cemento que sostenían, a modo de columnas, la techumbre que protegía a los cañones de las vistas aéreas.

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La guarnición que defendía Teruel apenas disponía de tres baterías de 75 y 155 mm. para cubrir todo el perímetro defensivo, pero para dar la impresión al adversario de que el número de piezas era superior, una de las baterías se movía constantemente de un lugar a otro efectuando algunos disparos, siendo conocida como la “batería fantasma”.

La 1ª batería de obuses del 10º Regimiento Ligero de Artillería se encontraba bajo las órdenes del capitán Fernando Llorens y había llegado a Teruel procedente de Calatayud, instalándose en las proximidades del campo de fútbol. Tras su llegada había participado en numerosos combates, siendo los más reseñables el ataque de las columnas republicanas sobre el cementerio, en diciembre de 1936, y las operaciones que habían tenido lugar en la serranía de Albarracín en la primavera de 1937.

Al iniciarse la batalla estaba emplazada en El Campillo una batería de 75 mm., que disparaba contra las posiciones republicanas situadas al otro lado del barranco del Mojón Blanco, un campo densamente fortificado con numerosas líneas de trincheras y con importantes concentraciones de tropas en los campamentos que se habían instalado en las barrancadas.

Esta batería sería neutralizada por los republicanos tras el cierre del cerco. El bombardeo inicial de los republicanos sobre el caserío de El Campìllo causaría graves destrozos en las viviendas y algunos de los soldados que defendían aquel sector serían víctimas del intenso ataque llevado a cabo por la 64 División, entre las que se contarían algunos artilleros.

Las piezas de artillería que se encontraban en la vaguada situada entre el casco urbano y el vértice Primer Vallejo serían tomadas por los republicanos. Las otras baterías, con mejor fortuna, conseguirían replegarse sobre la ciudad, retrocediendo desde la Muela ante el empuje decidido de los tanques y de la infantería gubernamental. Instaladas en los accesos a Teruel, desde el puente de Hierro, el paseo del Óvalo y las estribaciones de la Muela y del Mansueto, la escasa artillería trataría de cortar el avance sobre la ciudad, situándose las últimas piezas en las proximidades del Convento de Santa Clara y del Seminario.

Las posiciones que rodean El Campillo pronto pasarían a ser defendidas por fuerzas de la 81 Brigada Mixta, y serían objeto de la presión exterior de las divisiones nacionales que, procedentes de Gea de Albarracín, trataban de llegar hasta la ciudad y liberar a los sitiados.

Tras fuertes intercambios de fuego artillero y las numerosas bajas sufridas por la 82 División nacional en los ataques que tuvieron lugar a partir del día 22 de diciembre, las fuerzas del general Varela conseguirían recuperar el terreno perdido en los primeros días de la ofensiva republicana, progresando sobre la Muela de Teruel.

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