La toma de Prado Quemado o Pico del Zorro había favorecido el afianzamiento de las tropas republicanas sobre unas posiciones sólidamente fortificadas en un verdadero alarde de ingeniería militar, con trincheras de perfecto acabado, con muros de piedra y troneras para el fuego de fusilería, numerosos nidos de ametralladora, caminos cubiertos y abrigos para la tropa.

Al otro lado de la carretera, los gubernamentales habían tomado varias alturas sobre las que se apoyaba la defensa de El Campillo, siendo los más próximos al núcleo urbano el vértice Primer Vallejo, El Colmenar, Las Hoyas y El Costado. Era precisamente, en la ermita de Santa Ana donde habían resistido los últimos defensores de El Campillo, hasta que la caballería republicana había puesto fin a esta oposición.

Allí había tenido lugar una de las más destacadas acciones de la caballería del Ejército Popular durante la batalla de Teruel, interviniendo el Regimiento de Caballería número 8 a las órdenes del Mayor Escofet.

Más alejados de la población, los atacantes habían ganado una serie de altozanos que apuntaban directamente hacia Gea de Albarracín, punto de reunión al que se irían incorporando unidades encuadradas en el Cuerpo de Ejército del Sur del Turia, mandado por el general Varela.

Sin embargo, a pesar de la fuerte resistencia, las unidades de Varela irían ganando terreno, tomando primero estas alturas, para sobrepasar después el propio Pico del Zorro y las disputadas alturas situadas al noroeste de El Campillo.

En este avance, la 82 División sufriría muchas bajas por el fuego de la artillería, que tiraba sobre las bases de partida de la infantería, y por el frío intenso que predominaba en aquellos días. Entre esas bajas se contaría al jefe divisionario, coronel Ceano-Vivas Sabau.

El día 29 de diciembre es recuperado el pueblo y las posiciones más próximas, desde las que continuaría el avance sobre la Muela de Teruel, ofreciendo las tropas republicanas su última resistencia en el cerro de El Costado.